A veces ocurre en empresas fabriles que el área de producción decide qué se fabrica. Otras incluso deciden qué productos están bien y cuáles no. Esto puede acabar impactando en el servicio al cliente y en la rentabilidad de la empresa porque si producción se vuelve juez y parte, puede que:
- Se produzcan antes los pedidos fáciles y rápidos, dejando los difíciles para el final.
- La cantidad de stock de lo fácil de fabricar aumente de manera desproporcional, más aún si tiene objetivos por unidad fabricada.
Si además se ha generado exceso de stock generando desorden en el almacén, no se servirá por criterios FIFO, generando problemas adicionales de servicio, que se harán mayores cuando el stock vaya perdiendo fiabilidad por no ser capaz de replicar lógicamente en el sistema el movimiento físico del stock.
La función de planificación, independiente de producción, vela por el cumplimiento del plan pidiendo explicaciones cuando éste no sucede. Si su organización es pequeña como para no permitirse esta figura, pregúntese si la puede llevar otra área. Asignar la prioridad correcta impacta en el nivel de servicio a cliente, evitando que el plazo de entrega sea aleatorio. Cuanto mejor sea el nivel de servicio, más rápido se transforman nuestros productos en ingresos y más probabilidad hay de que se repita a lo largo del tiempo.
Las organizaciones que no tienen o no consiguen hacer funcionar la función de planificación suelen entrar en la espiral de la urgencia, de la que es difícil escapar:
- De repente, muchos de los pedidos se vuelven urgentes, obligando a reducir los lotes de producción para terminar antes y servirlos en plazo.
- Esto genera atrasos adicionales en pedidos que iban bien, consiguiendo que más clientes se quejen, generando que se reduzcan otros lotes.
- Al haber tiradas más pequeñas, la capacidad de producción se merma, teniendo que emplear horas extras.
Llegada esa situación, los comerciales compiten entre ellos para reservar la capacidad para sus pedidos. Todo se vuelve urgente, generando estrés en toda la cadena, mermando la rentabilidad. Los pedidos se clasifican en urgentes, muy urgentes, ‘sí o sí’, ‘esto es para ayer’ y ‘cuidado, esto lo ha pedido el CEO’. Esa forma de trabajar se convierte en la habitual, y acaba siendo llamada ‘orientación al cliente, como todo el mundo’… Pero, ¿qué es lo que acaba ocurriendo?:
- El cliente no percibe ese buen servicio y no valora el sobreesfuerzo realizado para servirle en plazo.
- Todo sale a golpe de riñón, y los mejores trabajadores acaban marchándose en búsqueda de mejores prados.
Comenzar a utilizar los indicadores adherencia y el 1st time right (hacerlo bien a la primera) para primar la calidad además de la cantidad, es una buena manera de controlar el plan de producción para que aporte en un buen nivel de servicio. Para evitar que el último turno de cada día se quede con las órdenes más difíciles, se puede medir por unidad equivalente la cantidad fabricada.
¿Le ha ocurrido esta situación o cree que podría llegarle a suceder?
La función de planificación le ayuda a mejorar el servicio (fiabilidad en fecha y reducir plazos), lo que se suele traducir en más pedidos de cliente, y a conseguir la rentabilidad esperada en cada pedido al fabricar como se planifica.
En Heelfe enseñamos métodos de planificación y control de la producción que pueden serle muy útiles en su empresa para la mejora del servicio y la rentabilidad.