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En un post anterior, hablábamos de cómo organizar la empresa para poder funcionar pese a la amenaza de contagios. Pero a día de hoy, lo que están comprobando muchas empresas es que algunos proveedores no les sirvan, algunos transportistas no entregan y lo que es peor, muchos clientes no compran.

Aunque por causas distintas vamos a llegar a una situación similar (y esperemos que no peor) a la de la última crisis financiera. Con la contracción temporal de los mercados, muchas empresas y particulares van a tener que abordar fuertes problemas financieros. Y aunque todos vamos a mirar al Estado para que nos ayude, este va a tener sus propios problemas, derivados de una súbita falta de ingresos y de una exigencia de desembolsos en forma de ayudas para frenar la caída.

Por tanto, es hora de gestionar la CRISIS, es decir habrá que revisar todos nuestros costes, minimizarlos, y adaptar nuestros procesos y almacenes para un nuevo escenario. Y esto es así puesto que una vez frenado el virus, la economía de las empresas y de los particulares habrán de volver a coger impulso otra vez.

El problema más inmediato va a ser de liquidez. Con suerte se paliará con líneas de financiación de bancos, y del Estado y Europa, pero la rapidez con la que se haga y la cantidad podrían no ser suficientes. Esto es un asunto muy serio, pues puede desembocar en la necesidad de ir a concurso de proveedores ya sea voluntario o forzado.

Por tanto, serán necesarias dos tipos actuaciones:

  1. Actuación Financiera (contención):
    • Revisión de presupuestos por áreas y recorte de gastos de estructura.
    • Negociación con bancos y elaboración de informes.
    • Monitorización de estados financieros y control de caja.
    • Revisión de condiciones con proveedores: forma de pago, pedido mínimo, condiciones de descuento, negociación de deuda…
    • Seguimiento y aprovechamiento de las posibles ayudas.
  2. Actuación sobre la rentabilidad del negocio (dimensionado y optimización):
    • Revisión actualizada y permanente de la demanda.
    • Análisis de stocks ante la nueva demanda prevista.
    • Planificación de recursos y ritmo de producción ante la nueva demanda.
    • Revisión de procesos de fabricación y servicio con el nuevo volumen.
    • Recorte planificado de costes, temporal o definitivo, de acuerdo a los escenarios previstos.
    • Análisis de rentabilidad por líneas de negocio en el nuevo escenario.
    • Seguimiento de proveedores y búsqueda de proveedores alternativos ante posibles contingencias.

Como fruto de estas actuaciones la empresa necesita un Plan de Actuación a corto y medio plazo que incluye:

  1. Establecer responsabilidades, métodos de trabajo y puntos de control
  2. Acciones con responsables y plazos
  3. Objetivos financieros

En definitiva, tenemos por delante una cantidad enorme de trabajo.