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El stock ha pasado de ser una solución de gestión a ser el “apestado” de la empresa. Ya nadie quiere tener stock, no hay dinero para tener stock, no es “moderno” tener stock… y por eso todos nos vemos con el impulso de comportarnos como si fuéramos una gran empresa de automoción y EXIGIR a nuestros proveedores servicio inmediato y ajustado exactamente a la cantidad que necesitamos. Es decir, le queremos pasar el stock a ellos.

Si somos importantes para un proveedor, y quiere quedar bien con nosotros, lo intentará. Pero como tampoco le viene bien cargar con nuestro stock, procurará también con sus propios proveedores hacer lo mismo y  liberarse de su carga económica.

Y así nos hemos pasado los últimos años, especialmente desde la crisis financiera. Eso ha hecho que, dependiendo de su poder de negociación con clientes y proveedores, los stocks de algunas empresas se hayan visto disminuidos mientras que el de otras ha incrementado en gran medida. Algo que ha mejorado las cuentas de resultados de unos, pero ha llevado al límite a otros.

Esto no va a cambiar, pues es una situación provocada por la competencia y un consumidor que cada vez exige más variedad y mejores plazos.

Por tanto, no tenemos más remedio que adaptarnos, hay que conseguir los mejores plazos con el mínimo stock de materias primas, y de producto en curso/acabado posible. La buena noticia es que esto no es algo complicado, simplemente hay organizarse y ser sistemático. Vamos a repasar algunos de los puntos a tener en cuenta tanto en la gestión de los almacenes como en la planificación de la producción.

Según nuestra experiencia, la mejor forma de valorar si una planificación de la producción es adecuada o no, es analizar sus efectos, tanto en la consecución de los plazos de servicio como en la composición en unidades y valor del stock.

Por supuesto si no tenemos un stock actualizado de forma permanente en el sistema informático de la empresa, será casi imposible realizar una gestión correcta de este stock. Este sería nuestro objetivo inicial.

Cuando analizamos la composición del stock de producto acabado nos encontramos muchas veces con situaciones como estas:

  • Productos con un stock desproporcionado con la venta
  • Productos que se producen/reponen en grandes series de forma innecesaria
  • Productos de temporadas pasadas que no se han descatalogado y se siguen reponiendo (y en ocasiones hasta liquidando a bajo precio).

Y lo qué hay que conseguir es:

  • El stock en días de consumo debe de ser el mismo para todos los productos de una misma categoría. Para ser capaces de hacerlo debemos de tener una previsión de ventas y un seguimiento y corrección de estas previsiones. Finalmente, la decisión de cuantos días de stock se mantiene en cada categoría de producto, la fija Dirección en función de la seguridad en el servicio que se quiere conseguir.
  • Reducir el tamaño mínimo de las series o lotes de fabricación. Para hacerlo y que la producción siga siendo rentable se pueden recurrir al uso de semielaborados o a técnicas como SMED. El volumen de producto en curso se puede reducir también gestionando adecuadamente los cuellos de botella de la fábrica o recurriendo a técnicas de Just in Time.
  • Desde Gerencia se debe limitar el número de referencias en producción. Si no existe una política clara al respecto, se cae fácilmente en producciones no rentables y que perjudican a los plazos del resto de productos. El ciclo de vida de los productos es cada vez más corto y hay que decidir de acuerdo a datos cuando se retira el producto.

Por otra parte, también hay que revisar el stock de materias primas, pues cuando lo hacemos nos encontramos frecuentemente con que el nivel de stock de algunas de ellas no tiene relación a su necesidad. Esto sucede especialmente cuando la función de compras es independiente de la función de producción y no hay una buena coordinación.

También puede suceder porque las previsiones de ventas no se trasladan de forma ágil al responsable de compras, quien se prepara para producir en función del histórico y no según la actualidad de la empresa. Si nunca se han realizado de forma sistemática estas acciones, lo habitual es que se pueda reducir el stock en más de un 20%. Lo cual traducido a dinero suele ser una enorme cantidad y una inyección de liquidez en las cuentas de la empresa.