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La industria textil y de confección en España ha padecido en la última década algunos efectos recesivos. La primara causa tiene que ver con la bajada de la demanda interna. La segunda, con el aumento de la competencia, sobre todo derivada de la liberalización del comercio internacional de fibras y otros productos textiles, que ha provocado una subida notable de las importaciones de productos de bajo coste elaborados en países en vías de desarrollo. Ante estas dificultades, las empresas españolas de este sector necesitan reaccionar y adoptar medidas de carácter organizativo y tecnológico para mantener la competitividad, independientemente de las fluctuaciones de los precios.

¿Cómo se solventan los problemas de competitividad de la industria textil?
Para conservar y reforzar su posición competitiva, la industria española ha de dedicarse de forma profunda a un proceso de modernización tecnológica y de innovación de sus estrategias ante un entorno tan cambiante y competitivo. No cabe duda que tanto la renovación de los equipos de producción y, en general, la inversión en tecnología resulta claves para mejorar la productividad y la rentabilidad, además de proporcionar las herramientas para frente a la competencia internacional en un sector como el textil, tan expuesta a las acciones del ámbito internacional. Ahora bien, cuando hablamos de tecnología, se ha de considerar una innovación en materiales, en procesos y en productos, pero igual de importantes son los aspectos organizativos de la industria, que afectan a la producción y a la distribución. Las respuestas se cimientan en la mejora contante, la transformación digital y la incorporación de IA, la capacidad de respuesta en cuanto a plazos y a demanda, la formación laboral, la coordinación precisa de las unidades productivas. Todo ello precisa de un buen plan de control y mejora el rendimiento que ha de renovarse y actualizarse contantemente.

Una tendencia en Europa: el control de los procesos de producción
Como el resto de países europeos, la competitividad de la industria textil española presenta los déficits tanto en los productos de gama alta como de gama baja y gama alta, generados precisamente con la competencia de productores de bienes de bajo precio, situados en países de bajo coste unitario del trabajo, como de aquellos provenientes de países especializados en producciones de calidad y con altos precios medios de exportación.
Además de la incorporación de tecnología para los procesos productivos, en lo concerniente la organización de la industria, se observa un viraje hacia la consolidación de empresas integrales, en las que se efectúe el ciclo completo del producto, comenzando por la producción, hasta llegar a la comercialización. Otra solución que se ha detectado, aunque no se trate de empresas integradas, es que estas ejercen un control directo

sobre las diferentes etapas del proceso de producción, por lo que trabajan con subcontratas que están estrechamente vigiladas de manera que se puedan vigilar los costes, los plazos de entrega y, por supuesto, la calidad. Se trata de una estrategia que ha ido teniendo cada vez más adeptos, y hoy la aplican empresas reconocidas internacionalmente por su capacidad para cubrir los diferentes sectores del mercado e incorporar divisiones especializadas.